Capitulo #7
- Aprende Islam
- hace 2 días
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Hay un par de temas que fueron planteados en nuestra sesión anterior que quiero subrayar porque sobre ellos se construirá todo lo demás. Así que deberíamos, a estas alturas, estar bastante familiarizados con el hecho de que cuando Allah habla sobre la primera masjid o la primera casa o el primer lugar santificado de adoración establecido para los seres humanos, está en Bakkah. Es esta ubicación en La Meca. Y el segundo, que sabemos por varios hadices así como por varias referencias en el Corán, el segundo sitio sagrado para el monoteísmo establecido está en Jerusalén, en Palestina. El “por qué” de lo anterior nunca está accesible para nosotros porque el “por qué” pertenece al reino que creó este mundo, al mulk, al Creador. Y es que el “por qué”, sin importar la cantidad de justificaciones que podamos acumular o que podamos tratar de especular, el “por qué” nunca tiene una respuesta concluyente.
Entonces, ¿por qué Allah, de todo este globo, escoge esta parte del mundo? O sea, si lo comparas con el resto del mundo, estás hablando de una zona dentro del Cercano Oriente, desde La Meca hasta Jerusalén, de Jerusalén a La Meca, una área específica del mundo que fue el origen de la civilización. Históricamente, sabemos que aquí es donde emergió la civilización. La mayor parte de la historia registrada se desarrolla en esta región limitada del mundo, pero también para ser el centro del espacio santificado del monoteísmo. E incluso iría un paso más allá y diría que la historia misma del monoteísmo, la historia tawhid en este globo, ha fluctuado, ha subido y bajado, en relación directa con las condiciones que han prevalecido en esta ubicación específica del mundo. El centro del monoteísmo, de La Meca a Jerusalén, de Jerusalén a La Meca.
Y menciono esto para recordarnos que en el tiempo en que Muhammad ﷺ viene a este mundo, ya existe, como dije antes, una mitología en esta región sobre un mesías aún por venir. Y es ampliamente aceptado que Moisés no es el mesías final, que Jesús no es el mesías final, que hay algo que viene después de Jesús, ya sea Jesús nuevamente, pero hay una espera de una revelación futura, por decirlo así. Y esto es especialmente entre los monoteístas que han rechazado el cristianismo y el judaísmo. Hay abundante evidencia de que esto, como leímos en la última sesión, de esa cita, que dentro de círculos cristianos, dentro de círculos bizantinos, hay cuestionamientos del tipo… “oh, ¿es este el Mesías esperado?” “no, ese es un falso Mesías”. Así que hay una anticipación, una cultura de anticipar una comunicación divina. Y dentro del pueblo de Israel, tienen un historial de profetas viniendo dentro del linaje israelita, y eso era lo que esperaban: que el mesías esperado sería un israelita. Ahora bien, creo que la evidencia es persuasiva en que entre las tribus árabes, mientras oían esto de la gente, de los monoteístas, y mientras oían esto de los israelitas, y mientras oían esto de los cristianos—algunos, el número de cristianos entre los árabes era, especialmente en la región del Hiyaz, pequeño—pero mientras oían esto de algunas sectas cristianas, el registro es persuasivo en que no anticipaban que sería alguien de entre sus propias filas. De hecho, varios intentaron reclamar entre los árabes que ellos eran el Mesías esperado antes de Muhammad ﷺ, y no tuvieron éxito. Cada afirmación simplemente se desvaneció sin mayor repercusión. Y los árabes, al mismo tiempo, consideraban todo este asunto del Mesías desde la perspectiva de un observador externo. No anticipaban un rol de liderazgo en relación con el Mesías esperado.
Cuando uno lo piensa, eso fue en realidad bastante beneficioso, porque si un mesías esperado hubiera surgido dentro de los círculos israelitas o cristianos, habría tenido que lidiar con una gran cantidad de teología existente, con instituciones teológicas que uno tendría que enfrentar desde el principio, y con estructuras de autoridad ya establecidas. En otras palabras, el elemento crítico que falta dentro de estos círculos religiosos ya bien establecidos es justamente eso: estructuras de autoridad. El elemento crítico que falta es espacio, libertad. Es como si tuvieras, por así decirlo, una hoja semi en blanco para escribir o una hoja ya llena de escritura, y tienes que lidiar con ese texto previo para lograr hacer algún tipo de mella. Ese es un elemento.
El otro elemento es que, como veremos una y otra vez al recorrer la vida del Profeta ﷺ, nos haremos esta pregunta al estudiar las decisiones y consecuencias de varios de los primeros seguidores del Profeta ﷺ: ¿Qué habríamos hecho nosotros en esa posición? Porque si te haces esa pregunta, si interiorizas la posición de los individuos sobre los que estás leyendo, si te pones en su lugar, encarnas ese momento histórico con todas sus complejidades, como veremos, descubrirás algo: que se necesitaba exactamente el tipo adecuado, la mezcla correcta, el equilibrio preciso entre humildad para escuchar, humildad y apertura para escuchar algo con lo que no estás familiarizado; suficiente apertura y humildad que conduzcan a la aceptación. Porque lo peor de las personas cultivadas, por así decirlo, de las personas educadas, es la resistencia. Ya han asumido todo tipo de compromisos normativos en su corazón y en su mente, y es muy difícil venir y deshacer lo que ya ha sido hecho. Es difícil encontrar espacio para negociar algo nuevo dentro de su conciencia. Pero, al mismo tiempo que se necesitaba esta humildad, también se requería justo la cantidad adecuada de autonomía e independencia, el tipo de orgullo que es lo opuesto a la humildad, especialmente en relación con las instituciones tradicionales de poder. Para que estuvieras dispuesto a desafiar, a resistir, a insistir en una posición incluso si eso conduce al desmoronamiento de todo lo que conoces.
Y por eso creo que la vida del Profeta ﷺ está ahí para hacernos esa pregunta constantemente: si tú estuvieras en esa posición, ¿qué habrías hecho?
Como veremos, la vida del Profeta ﷺ no está ahí para que la estudiemos como una historia. No está ahí para que digamos “oh, qué maravilloso”, “oh, admiro al Profeta ﷺ”. Ese no es el objetivo. El objetivo es, repetidamente, usar la vida del Profeta ﷺ para interrogar tu propio sentido de la moralidad y la manera en que eliges manejar tus propios sentimientos y tus ideas.
Entonces, en todo sentido real —y solo para adelantarnos un poco—, cuando ves que el Profeta ﷺ, el día en que regresa de la batalla de Badr feliz por la victoria, es el mismo día en que se entera de la muerte de su hija. Y solo pregúntate: si tú estuvieras en esa posición, ¿cuál sería tu punto de quiebre? ¿Te sentirías traicionado? ¿Le dirías a Dios: “Acabo de ganar una batalla por Ti, y así me recompensas… Te llevas a mi hija el mismo día en que luché por tu causa y gané”?
No creo que haya nada en la vida del Profeta ﷺ que haya sido casualidad o accidente o coincidencia. De hecho, hay un hadiz que no se escucha muy a menudo, donde el Profeta ﷺ dice: “No hay ningún matrimonio después de Jadiyah en el que haya entrado, que no haya sido el resultado de una orden directa de Allah”. Así que sus matrimonios —y normalmente no se nos enseña eso sobre la vida del Profeta ﷺ — sus matrimonios y todo acerca de él fueron bastante intencionales y con un propósito, con un punto específico.
O pregúntate a ti mismo la famosa historia cuando, en Iraq, un hombre le dice a Abu Dhar al-Ghifari: “Oh, ojalá hubiese estado en Badr para luchar del lado de los musulmanes”. Y Abu Dhar le responde: “Tú no sabes lo que estás diciendo. Tuvimos que tomar la decisión de luchar contra nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos. Las personas contra las que estábamos luchando eran nuestra propia sangre. Tuvimos que tomar la decisión de poner el principio por encima de todo lo demás”. Y uno se pregunta —porque debes hacerlo—: ¿en qué otro lugar del mundo eso habría sido viable?
Las personas educadas desarrollan intereses creados. La civilización es maravillosa en el sentido de que trae comodidades. Pero la civilización también es terrible porque adoctrina los sentidos intuitivos y los impulsos intuitivos del intelecto. Lo moldea según le parece, de acuerdo al paradigma cultural de la civilización de la que provienes. Y entre ese adoctrinamiento, entre esa aculturación por la que pasas, está el hecho de que colocas todo tipo de cosas por encima del principio y por encima de la creencia, incluyéndote a ti mismo.
Así que ese tipo de pureza de propósito, donde uno dice: “No, haré esto porque es lo correcto”, incluso si lleva a —como ocurrió con muchos de los compañeros— que sus matrimonios terminaran debido a su decisión de volverse musulmanes. Como veremos, hubo numerosos casos en los que el esposo se convertía pero la esposa no, o la esposa se convertía pero el esposo no, y así sucesivamente. Y es una cosa cuando dices: “Bueno, tengo que llevar una vida independiente, lejos de ti, con todos los desafíos que eso conlleva. Tengo que alejarme de todo lo que estaba acostumbrado en mi hogar, con mi familia, por esa convicción, por esa creencia”.
Y luego se añade otra capa de dificultad cuando llega el momento y se dice: “Bueno, debido a esta creencia, no solo tengo que dejar todo lo que conocía, sino que ahora tengo que emigrar a una tierra extranjera e ir a vivir a Abisinia, donde, al final de todo, soy un extranjero en una tierra extranjera. Soy un huésped”. Pero luego es aún más probado, de una forma más dura, cuando llega Badr y las primeras batallas, y uno dice: “Bueno, no solo está la distancia, la separación, sino que ahora realmente tengo que pararme en el campo de batalla”. Esto es —y nuevamente, cuando reflexionas sobre esto, es cómo lo mismo que hicimos con el Corán—, ves a un Ingeniero, la mano de un Ingeniero detrás de todo. Y también, bueno, iba a esperar para decir esto más adelante, pero está bien, mejor decirlo ahora y luego volveremos a ello. El Ingeniero siempre está ahí. La voluntad de Allah siempre está ahí. Somos tú y yo los que elegimos verla o no verla.
Del mismo modo en que el ingeniero en el Corán siempre ha estado ahí, hay personas que leen el Corán y no ven la mano del Ingeniero. Está mano del Ingeniero en la vida del Profeta ﷺ, siempre ha estado ahí. Y hay numerosos musulmanes, como veremos, montones de musulmanes que leyeron la vida del Profeta ﷺ y todo lo que pudieron ver en ella fueron sus intereses políticos, sus causas sociales, las batallas históricas del momento que querían instrumentalizar para sus intereses. Pero la vida del Profeta ﷺ no está ahí para nada de eso, está ahí para mostrarte la mano del Ingeniero. Solo que tú eliges verla o no verla. Pero la mano del Ingeniero también está presente en cada una de nuestras vidas. Todos nosotros, tú y yo, simplemente elegimos verla o no verla.
Por ejemplo, todos los hijos del Profeta ﷺ no sobrevivieron, excepto Fátima, ¿cierto? Cada una de sus hijas y de sus hijos, excepto Fátima, fallecieron y él vivió para verlos morir. El Profeta ﷺ fue completamente un producto de su cultura, él fue un ser humano dentro de su momento histórico. Entonces es un error imaginar que de pronto se sentiría cómodo con los mensajes de textos o con lo que sea que la gente de esta época hace. Él estaba arraigado en su momento histórico.
¿Por qué digo esto?
Porque parte de la constitución psicológica de ese momento histórico es el deseo de ver una progenie, una descendencia masculina. El lugar de un hijo varón era muy importante. Y, sin embargo, cada hijo varón que el profeta tuvo —y aunque hay desacuerdo acumulado sobre cuántos hijos varones tuvo— no hay desacuerdo en que todos ellos fallecieron. Podrías ver esto como: “Oh, qué destino maldito”, “Oh, qué mundo sin sentido en el que vivimos”, “Oh, qué infortunios de la existencia”. O podrías ver la mano de un Ingeniero. Y entonces tu tarea, si aceptas la mano de un Ingeniero, si aceptas que esto es la voluntad de Dios en acción, es entender cuál es el mensaje, cuál es la lección. ¿Por qué Dios quiso como Dios quiso? No pelear con esa voluntad.
Y esto lo digo porque, recuerden, también mencioné que es notable cómo dentro de Quraish tienes la línea de descendencia desde Ibrahim hasta Ismail hasta Banu Kinanah, desde Banu Kinanah —o Kanāh, según algunas fuentes, Banu Kanāh o Kinanah—, luego Quraish, la tribu de Quraish, y de Quraish, Banu Hashim, que es un clan dentro de la tribu de Quraish. El profeta proviene de Banu Hashim. Pero Quraish en sí está toda interconectada genealógicamente.
Entonces, sabemos que, cuando se trata de la tribu de Quraish, todos descienden de Mālik y luego de Mālik a Fihr, a Lu’ay, y así sucesivamente hasta llegar a Ka‘b. Y Ka‘b tiene varios hijos, y la descendencia de esos hijos es la tribu de Quraish.
Ahora bien, en esto hay algunas lecciones muy importantes que a menudo se pasan por alto. Una es la practicidad, que para que las semillas de este mensaje echaran raíces, se desarrollaran y crecieran, tenía que haber justo la cantidad adecuada de cohesión para que la gente se preocupara los unos por los otros. Porque si este movimiento hubiese nacido en cualquier centro urbano donde no existía tal linaje, o donde los lazos de linaje se habían debilitado por la urbanización, los resultados habrían sido bastante predecibles: personas ajenas se exterminan unas a otras sin ningún tipo de vínculo que cree el freno adecuado y, por así decirlo, la santidad necesaria.
Y vemos esto en varias historias que probablemente todos conocemos bastante bien, como la conversión de Hamza —que, in shā’ Allāh, abordaremos—, o la conversión de ‘Umar, o incluso la de Abu Bakr y su relación con el Profeta ﷺ. Sin mencionar relaciones más obvias como la de ‘Alī (que Dios esté complacido con él). Desde las primeras revelaciones, Allah está constantemente citando el ejemplo del faraón del tiempo de Moisés. Y Allah menciona el ejemplo del faraón por muchas razones. Entre ellas, lo que el sentimiento de extranjería produce en las personas. El faraón no tenía ningún problema: su actitud hacia los israelitas era simplemente “exterminémoslos a todos”. Y parte de la razón por la que tenía esa actitud es que estaba hablando de un pueblo que le era ajeno. Y nosotros somos llamados a reflexionar sobre el ejemplo de Fir‘awn por muchas razones, como veremos. Pero al mismo tiempo… al mismo tiempo, si el mensaje islámico hubiera llegado a una tribu profundamente arraigada en sus tradiciones tribales, en otras palabras, si las tradiciones tribales no hubieran sido debilitadas ni un poco por los negocios, los mercados y el afán de hacer dinero, entonces habría sido muy difícil que los individuos dentro de esa tribu se enfrentaran entre ellos. Habría sido imposible que lo que vimos desarrollarse en Badr ocurriera. Así que lo que es milagroso y verdaderamente asombroso no es solo que Allah saque la profecía final de entre los israelitas, porque Allah sabe que si el profeta final hubiera venido a los israelitas, los israelitas habrían convertido al profeta final en algo sobre los israelitas. Habría sido como cada profeta que alguna vez fue enviado a los israelitas: se les envía un profeta con un mensaje universal y toman ese mensaje y dicen “no, esto es solo para nosotros”.
El cristianismo, con la hegemonía de la iglesia bizantina y su teología, entre los árabes era bastante marginal. Y si el profeta final hubiera sido enviado hacia ellos, habría sido muy fácil: simplemente tendrían que capturarlo y ejecutarlo. Y, nuevamente, dentro de estos centros urbanos, dentro de estos llamados centros civilizados, los seres humanos han perdido gran parte de su valentía innata, de su poder innato de iniciativa, y de su capacidad innata de pensamiento independiente.
Pero lo que es verdaderamente notable es que al estudiar las tribus de Arabia, descubres algo realmente fascinante: que había tribus con lazos de sangre tan cercanos que se rehusaban a entrar al Islam de manera individual. Y cuando abrazaban el Islam, lo hacían juntos, como unidad. Porque la idea de que los individuos dentro de la tribu rompieran filas era completamente ajena. Y estoy convencido de que la razón de esto es porque estas tribus estaban aisladas, eran en todos los sentidos verdaderamente beduinas. Viajaban constantemente de un lugar a otro, y su sentido de fidelidad a las tradiciones y costumbres —como que nunca debes desobedecer a tu padre, por ejemplo— era tan fuerte que, cada cien años, cuando alguien se enamoraba de una mujer que su padre no aprobaba, lo recordaban como una epopeya, porque era algo impensable. Simplemente hacías lo que tus padres te decían.
Y para estas tribus, se rehusaban a convertirse al Islam de forma individual. Y cuando se convertían, se convertían como unidad. Y por eso no podían haber sido un terreno fértil más que este. Y lo que verdaderamente te vuela la mente es que si imaginas, por ejemplo, a las tribus de al-Khazraj al comienzo del mensaje, estas tribus no tenían sentido de confianza en sí mismas, porque habían estado bajo el control efectivo de las tribus judías de Medina. Realmente necesitaban un líder que los convenciera de que podían llegar a ser algo.
Pero Quraish, más allá del hecho de que descendían del profeta Ibrahim —o al menos hasta donde la mitología de la tribu misma lo afirmaba, no era una tribu nómada, eran lo suficientemente asentados —no se parecían en nada a un centro urbano—, pero lo suficientemente asentados como para que el linaje pudiera proporcionar justo el tipo adecuado de vínculos, vínculos sociales entre ellos, pero sin ser opresivos. De modo que no hubiera posibilidad de manifestaciones de autonomía, o manifestaciones de independencia, o manifestaciones de pensamiento libre, por así decirlo.
Y volveremos a esto varias veces mientras ilustro varios puntos, por la importancia y porque, sencillamente, muchos musulmanes modernos tienen sus mentes tan colonizadas que hasta las preguntas y respuestas más simples parecen haberlas olvidado. Y una de esas es que parecen pensar que esto pudo haber pasado en cualquier lado. “Oh, sabes qué, el islam podría haber surgido en cualquier parte”, como si no hubiera un Ingeniero, un Ingeniero con propósito. Y aunque no podemos responder por qué Allah eligió el Cercano Oriente para ser el centro del monoteísmo por siempre, de la misma forma que no podemos responder por qué —supuestamente— este será el lugar donde la gente estará el Día Final para la primera fase del juicio —donde está Jerusalén y desde allí hacia afuera—, estas son cosas que no podemos especular, pero hay cosas en las que claramente podemos ver la mano de un Ingeniero.
Entonces, y lo hablamos la última vez—yo me adelanté un poco—, examinando tanto las dinámicas del mensaje muy temprano del Profeta ﷺ, lo que el Profeta ﷺ estaba invitando a la gente, encontramos que hay estos principios fundamentales que, como dije, tú tienes ese centro de personas que están relacionadas entre sí por la sangre. Pero el mensaje mismo es normativamente universal, en el sentido de que invita también entre aquellos que pertenecen a tribus lejanas o a tribus que no están relacionadas en absoluto. Y lo que encendió la imaginación no fue solo el tawḥīd, porque el tawḥīd ya era conocido. Quiero decir, se había estado hablando de él durante siglos. Los israelitas lo tenían. Los cristianos afirmaban tenerlo, pero era muy confuso para los árabes, porque sonaban más bien como si adoraran a varias deidades.
Pero, no obstante, la idea del tawḥīd por sí sola no era ajena. Lo que sí encendió la imaginación, lo que sí emocionó a la gente, es que no se trataba de un tawḥīd en el que simplemente te involucres en prácticas religiosas al estilo tradicional clásico: donde haces sacrificios, ofreces pagos o tributos de purificación y tienes un conjunto de rituales que practicas desconectados de cualquier valor moral normativo. Habría sido muy fácil para la gente de esa época decir “esto no tiene nada que ver con nosotros, esto es una cosa solamente de Quraish” y esto porque estamos hablando de un pueblo que ya estaba inclinado a pensar que si eres de Quraish y hablas de algo, entonces la primera suposición, antes de cualquier otra cosa, era que, bueno, si eres de Quraish y estás hablando sobre un tema, entonces eso es un asunto quraishí. Ese era el marco social.
Entonces, ¿qué dijo el Profeta ﷺ y los primeros musulmanes para convencer a la gente de que esto no era un asunto de Quraish? Y esto, una vez más, es algo que pasamos por alto constantemente. En el mensaje mismo tenía que haber algo que superara esa presunción de que “esto es un asunto de Quraish”, o “esto es simplemente algo de los árabes”.
Si el islam no hubiera tenido los elementos adecuados para conectarse con personas más allá de la tribu y más allá de la etnicidad, habría perecido como tantos otros movimientos que surgieron en la historia —y que hoy identificamos como movimientos disidentes contra el Imperio Bizantino prevaleciente o, en este caso, contra los sasánidas y el Imperio Bizantino— que aparecieron por un periodo de tiempo, siguieron a un gran líder durante un tiempo, quizás incluso pelearon una batalla contra los sasánidas, incluso quizás ganaron una o dos victorias, y con la muerte del líder, todo terminó.
Y los musulmanes —porque su educación islámica es tan pobre— no se dan cuenta de cuántos de estos movimientos existieron, ya fuera contra los bizantinos, contra los sasánidas, o hacia Yemen. Aparecían por un tiempo y, por lo general, era algún líder carismático al que seguían, que quizás tenía algo atractivo, una cosa u otra, pero para que algo capturara verdaderamente la imaginación y superara la presunción de ser un “asunto tribal”, un “asunto árabe”, al punto de tener personas uniéndose a sus filas —y a las filas de sus ejércitos— ya fuera en Iraq, en Siria, en Palestina, en Egipto o incluso en el norte de África, al punto de llegar a involucrar a grupos étnicos como los bereberes, que eran conocidos por sus poderosas alianzas y lealtades tribales, y su gran desconfianza hacia todo lo que viniera de fuera de su grupo étnico, habría sido imposible si todo lo que predicara fuera simplemente el tawḥīd.
Lo que tenía que predicar era lo que ese tawḥīd significaba para quienes lo abrazaban. Y ahí radica la importancia de lo que mencioné al final de la última sesión, cuando dije que, por ejemplo, en las primeras revelaciones Allah empieza hablando del faraón y del huérfano oprimido. Eso es una clara indicación del mensaje, de lo que ese tawḥīd implica, y de que este tawḥīd era muy diferente del tawḥīd al que estaban acostumbradas las personas de la región, ya fueran provenientes de tribus israelitas o de individuos cristianizados.
Continuará….
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